La labor del poeta carnicero es alimentar al animal y darle una muerte digna. El corte viene después, el consumo le sigue y finaliza con la digestión.
Así con la mirada, después convertida en foto. En el matadero de la fotografía hay imágenes dignas de digerir y otras que se pierden en la náusea. Esa polarización es subjetiva; la belleza es selectiva y le pertenece al azar.
La lírica de carnicería abarca imágenes producidas desde el 2015 hasta el 2022. La producción de estas imágenes es compulsiva y sin un contexto claro. Abarcan mi mundo interior con relación a la belleza, el dolor, y la fantasía. Más allá de pensar el libro como el apogeo de este acto; es importante clarificar que no es más que una iteración de algo que aún no termina; un pacto con el placer.
Consúmelo de diferentes maneras, mastica la narrativa, quizá dos o tres libros dentro de este. El tiempo y el entorno cambiarán las imágenes y un día se borrarán por completo.
Provecho